Droga en Venezuela




            La especialista en atención a adictos, Edelia Portillo, conoce cuales son los parámetros para salir de la dependencia. Con su discurso claro y fuerte convence a sus pacientes de buscar un universo mejor de los que ellos creen que obtienen con los estupefacientes. Esta psicóloga comparte sus experiencias y conocimientos acerca de la adicción al consumo de sustancias ilícitas, una de las enfermedades más propagadas del mundo.

            Edelia Portillo desde hace más de una década atiende pacientes con dependencia a sustancia prohibidas, para ella la adicción “es una enfermedad que crea una necesidad de consumo que no se logra reprimir, es una compulsión irrefrenable”.  Explica la egresada de la Universidad de Zulia, LUZ.

“Desde los 11 o 12 años los niños incluso dentro de las mismas instituciones del país, empieza a curiosear sobre lo que es la droga. En Venezuela la droga ya no es un tabú, es una costumbre que el venezolano debe vivir a diario y parece no haber ley que la controle. Incluso hoy tres de cada 10 venezolanos consumen sustancias ilegales, según estadísticas de la fundación Dile no a las droga y dile sí a la vida”.

            Con más de 14 años de experiencia la psicóloga cree que los jóvenes son los principales consumidores. “Entre 18 y 23 es la edad de más consumo. Quizás el joven se encuentra en una instancia rebelde o porque consiguen más dinero por parte de los padres. Ya cuando pasa la etapa de la curiosidad que se da antes de los 18 años mayormente, el individuo sabe lo que es y en esta edad comienza a volverse dependiente de la sustancia.   

Para la psicólogo clínico, los jóvenes buscan en la droga algo que no tienen. “Los chamos buscan en la droga una herramienta  para evadir su realidad. Una persona que es depresiva usa la droga para sentirse más animados. La persona consume droga por muchas razones pero la principal es que carece de herramientas necesarias para enfrentar situaciones de la vida, se alejan de la realidad buscando una solución en el estupefaciente”.

            La ex directora de la comunidad terapéutica del Zulia de la Fundación José Félix Ribas, dice que existe la forma de la drogadicción: “Si, una persona puede salirse del mundo de las drogas. La clave está en que el reconozca que es una persona con problema de adicción y que presenta esa enfermedad. Luego que lo acepte, procede la rehabilitación psicológica e integral junto a la familia. No creo que el espiritualismo sea una forma de dejar la adicción. No a largo plazo”.

Sobre el tema de la droga, Martin Paz estudiante de diseño y adicto a la droga, dice que desde temprano empezó a consumir y no ha podido dejarlo: “Todo empezó cuando tenía 11 años. En el liceo se encerraban en los baños y un día me llamo la atención y fui a probarla. 12 años después sigo consumiéndola. Empecé como todos, con Marihuana. luego pensaba que el cigarro no hacía más daño que la droga y también consumí. Hoy soy adicto a la heroína y el crack”.

Martin expresa que ha tratado de dejarla varias veces pero que sus intentos han quedado en fracasos: “cuando no consumo droga, me siento con la necesidad imperiosa por consumir droga, me pongo nervioso, me sudan las manos y me vuelvo incontrolable, como muchos dicen “angustiado”, intentas hacer hasta lo imposible para consumir la droga. Y yo siempre la termino consumiendo, el desespero me gana”.

“Llega un momento que existe la desesperación por consumir la sustancia y se empieza a terminar el dinero. Terminan las personas trabajado para comprar su mercancía y aun así sientes que es poca. Si es posible salir de esto, solo que es un trabajo verdaderamente difícil, salir de un vicio, de una adicción se ve simple por fuera pero no es nada fácil conseguirlo, es algo que sientes que es parte de tu vida, que dependes de ella para estar bien. Requiere mucha fuerza de voluntad”.

Por último Martin aconsejaba que: lo mejor para que se puedan salir de esto es no curiosear, este no es un juego evita todo contacto posible con la droga o sustancia ilegal. Las drogas nos terminan dominando. Perdemos vida social, empiezan los rechazos y por supuesto el gran daño de salud que este ocasiona. Lo mejor es no probarlo, no se pierden de nada”.
Eduardo Prato